Un término largo de prisión se abrevió gracias al remordimiento de un juez

Por Ethan Bronner

Providence, Rhode Island – Cuando Denise Dallaire fue arrestada a los 26 años de edad por cargos de vender unas pocas onzas de crack aquí hace una década, ella fue condenada a prisión por más de 15 años. El mes pasado, esposada dentro del mismo tribunal y compareciendo ante el mismo juez, ella recibió una disculpa y fue liberada.

La reversa por parte del Juez Ronald R. Lagueux resalta la manera en que las condenas mínimas mandatorias, pese a haber sido revocadas por la Corte Suprema ocho años atrás, continúan poniendo a ofensores de poca monta tras las rejas por mucho más tiempo de lo que muchos hoy en día considerarían apropiado.

La Srta. Dallaire tuvo la suficiente suerte de recibir atención y que a una falla técnica en su caso haya sido notada. El resultado fue un momento dramático en la corte y de redención humana liderado por un juez de 81 años de edad ansioso de compensar una decisión de la que él hacía mucho tiempo se había arrepentido. “Me sentí comprometido por esas pautas mandatorias y las odiaba,” dijo el Juez Lagueux desde el banquillo mientras que la Srta. Dallaire lloraba en silencio y el salón se congeló con asombro. “Siento haberla mandado tras las rejas por 15 años.” Él la urgió a regresar pronto a su casa a su madre enferma pero a no correr a bajar los escalones del tribuna como lo hacen en las películas. “Esos escalones son peligrosos,” le dijo él. La Srta. Dallaire estuvo en casa para los últimos 11 días de vida de su madre. “Esos días fueron los más maravillosos de mi vida,” dijo la Srta. Dallaire en la cocina de la casa de su madre en Groton, Connecticut. “Nunca me separé de ella.”

Como muchos ofensores de menor escala plagados por las reglas de sentencia destinadas a los capos de la droga, la Srta. Dallaire no tenía ninguna esperanza de la liberación temprana, aún después de la decisión de la Corte Suprema de 2005 y la acción subsecuente del Congreso que redujo los términos de prisión en casos de crack. Ella llegó allí por medio de una constelación exquisitamente rara – su record de prisión ejemplar, la consciencia persistente del Juez Lagueux y el interés de otro juez que persuadió a un abogado de primera a que trabajara voluntariamente para la liberación de ella. Sin todo eso, la Srta. Dellaire todavía estaría llevando tres trabajos en la prisión federal de Danbury.

“Hay muchas personas como Denise cumpliendo tiempo aplastante bajo el régimen antiguo de sentencia, y necesitamos encontrar maneras de ayudarlos,” dijo el Juez John Gleeson, un defensor vigoroso de tratamientos innovadores para casos de drogas y reducciones de condenas. Él dijo que él había estado discutiendo con un número de abogados interesados la idea de organizar un proyecto mediante el cual abogados trabajando voluntariamente buscarían remedios para internos como la Srta. Dallaire. Él sugirió que se podría asemejar al Proyecto de Inocencia (Inocence Project), el cual busca exonerar a aquellos condenados erróneamente, y talvez podría llamarse el Proyecto de Misericordia.

Fue una reunión fortuita con el Juez Gleeson la que comenzó la cadena de eventos que llevó a la Srta. Dallaire a la libertad.

El Juez Gleeson, quien se sienta en la Corte del Distrito Federal en Brooklyn y enseña un curso sobre la imposición de la sentencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, lleva a sus estudiantes y a sus letrados a la prisión de Danbury cada año. Él fue inspirado a hacer esto por su mentor, el fallecido Juez Eugene H. Nickerson, quien lo urgió pasar tiempo en la prisión por lo menos una vez por año para que tuviera presente adonde estaba mandando a sus acusados.

Como parte de esas visitas, los presos le cuentan al grupo sobre sus casos y su vida tras las rejas. Durante los últimos años, la Srta. Dallaire ha sido uno de esos presos.

“El caso de ella era el caso perfecto para enseñar,” notó el juez en su cámara recientemente.

El arresto de la Srta. Dallaire por vender y poseer crack no era su primer arresto. Siete años atrás ella había sido arrestada por poseer una cantidad similar de crack y cuando estaba en la universidad ella había arrojado una copa en una altercado en un bar que causó una lesión. El resultado fue que en su tercer arresto ella fue considerada una “criminal reincidente” bajo las pautas, triplicando su condena.

El Juez Lagueux, nominado al banco por el Presidente Ronald Reagan, dejó en claro en la imposición de condena original de la Srta. Dallaire que él estaba actuando en contra de su propio juzgamiento. “Este es un caso en el que las pautas hacen una injusticia, y me gustaría hacer algo al respecto pero no puedo,” dijo él desde el banco.

La Srta. Dallaire, quien se graduó de la Universidad Estatal del Centro de Connecticut en Nueva Bretaña, dijo que ella nunca estuvo muy interesada en las drogas, solo en el dinero en efectivo que venderlas le proveían. Sus padres eran divorciados, y la economía local se había derrumbado, y ella estaba en medio de malas compañías. “Hice muchas decisiones estúpidas y ridículas,” dijo ella. Ella se declaró afortunada de haber sido capturada y enviada a la prisión. “Yo merecí ir a la prisión,” dijo ella. “Gracias a Dios que cumplí algún tiempo. Mis prioridades se ajustaron.”

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