Un juez federal llama mentirosos a los policías

Por Benjamin Weiser

Publicado el 30 de junio de 2013

La información útil dada a la policía fue sólida. Un hombre afroamericano, que vestía una camisa a rayas y llevaba una gorra del equipo de los Yankees, portaba un arma de fuego en un edificio en la parte alta de Manhattan. Los oficiales acudieron, respondiendo a la llamada, e hicieron el arresto.

Pero de dónde procedía esa información y cuánto esfuerzo pondrían la policía y los agentes del orden público para ocultar la fuente de la misma, convirtió un caso de tenencia de armas que parecía común y corriente en una situación álgida sobre ética legal y una intensa disputa entre un juez y unos fiscales federales.

El juez determinó que los agentes que hicieron el arresto habían creado un “cuento para justificar” la detención del hombre y que unos agentes federales respaldaron las falsedades que fueron “planeadas para proteger” la identidad de una fuente, supuestamente anónima, que era realmente un informante confidencial valioso. “Se tomó una decisión para coordinar entre todos los testigos con el fin de que no dijeran toda la verdad” dijo el juez.

El Sargento Robert Nichols testificó en una audiencia de exclusión de pruebas, que había recibido una llamada del informante y, después de oír la información que tenía, le dijo que llamara al teléfono de la policía en una línea que ofrece anonimato a los que llaman.

Dos días después, cuando se juramentó la denuncia ante un juez de instrucción, la misma omitió mención alguna del informante y meramente dijo que “un individuo anónimo había llamado al 911.” Pero antes de que comenzara la audiencia de exclusión de pruebas, un fiscal le dijo al juez que había descubierto la verdad. Dijo que la persona que originalmente había llamado no había sido anónima sino un informante conocido. La denuncia también manifestaba falsamente que cuando el acusado vio a la policía había comenzado a correr inmediatamente. Pero él añadió que un agente que había confiscado el arma y detenido al acusado ahora recordaba haber visto “un bulto” en la pretina del acusado, un detalle que no se había incluido en la denuncia.

Después de la  audiencia, el juez dijo: “La idea de que [el acusado] dio la vuelta y comenzó a correr no tiene sentido.” Y “No le doy credibilidad a la declaración [del agente] cuando dijo que había visto un bulto.” Y “Se hizo una decisión de decir, quizás la verdad, pero no toda la verdad.” Y “Los agentes especiales fueron engañados con el cuento y lo implementaron sabiendo que era algo menos que verídico.” Y las observaciones de los tres oficiales “no fueron creíbles, no eran dignas de creerse.”

El juez hasta preguntó si el gran jurado que acusó formalmente al acusado había recibido una “información  exacta”, y sermoneó al gobierno diciendo que cuando sea necesario “proteger a un informante confidencial, hay modos de hacerlo que no requieren que se suministren declaraciones erróneas a un gran jurado federal ni a un juez.”

La fiscalía federal envió cartas al juez pidiéndole que retirara sus determinaciones, citando el daño potencial a las carreras de los oficiales. El juez rehusó hacerlo.

Comentario

Un par de cosas. En primer lugar, puede que a algunos les  asombre que el fiscal actuara honradamente. Eso no debe ser sorprendente. El 99 por ciento de los fiscales que yo conozco hubieran actuado del mismo modo. La mayoría de los fiscales no lo son “de por vida”; no van a dedicar sus vidas a trabajar como fiscales sino que son hombres y mujeres jóvenes que se están encaminando a otras carreras: el ejercicio particular del derecho, periodismo, política, negocios, o hasta la defensa penal. No tienen un interés desmedido en condenar a las personas. A veces algunos fiscales se pasan de la raya, pero no con frecuencia. No están en una cruzada. Sencillamente son hombres y mujeres jóvenes que realizan sus trabajos para obtener un buen entrenamiento para su futuro. Eso es todo.

El día en que se escribió este artículo, el periódico The New York Times tenía un artículo sobre un abogado que había sido fiscal y que ahora estaba representando a un tenedor de libros envuelto en el ardid Ponzi de Bernard Madoff en el mismísimo tribunal donde anteriormente había encausado al gerente de un fondo de protección ¡y se quejaba todo el tiempo del modo en que su oficina anterior estaba manejando el asunto! Los fiscales no son ni más ni menos que jóvenes que cualquiera, incluso los acusados, estarían orgullosos de que fueran sus hijos. De modo que el hecho de que este fiscal revelara información que podría socavar su causa no me sorprende en absoluto.

Y las acciones del juez tampoco me sorprenden. Por lo menos en Nueva York, los jueces son muy independientes. Los abogados defensores en Nueva York siempre pueden ir a un juez y presentar sus argumentos cuando opinan que los fiscales están siendo irrazonables. Un juez federal que pone en duda la credibilidad de testigos del orden público y caracteriza su testimonio como que “no tiene sentido” no me sorprende. La negación del juez a “retirar sus determinaciones” después de que la fiscalía federal le pidió que lo hiciera tampoco me sorprende, bien sea que dañe, o no, las carreras de los agentes.

Debe destacarse, sin embargo, que ocultar a los informantes “matizando” la verdad es un problema continuo y ya era hora de que alguien lo hiciera notar. Por eso, un abogado siempre debe preguntarle a un agente-testigo si él o si sus colegas habían recibido alguna otra información que los llevara a la detención, registro o arresto de su cliente, y hacerle la misma petición al fiscal. No tiene sentido confiar sencillamente en la integridad de los fiscales o la de los agentes.

En un caso que tuve, le solicité al fiscal estatal las grabaciones de vigilancia de la “calle” en el lugar del registro de un auto que se llevó a cabo sobre la base de una “infracción de tránsito” y le advertí que yo también le iba a solicitar a la sucursal de un banco cercano sus videos de vigilancia. Pocos días después recibí un “aviso de  sobreseimiento”, o sea que se iba a desestimar el caso. ¿Fue coincidencia? Quizás, pero hay muy pocas coincidencias en la ley penal.

– David Zapp, Abogado

 

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