Considerando el número de llamadas telefónicas que se han recibido en mi oficina recientemente, parece ser que muchos presos en el sistema federal tienen la impresión de que se ha puesto en vigor un programa para deportación temprana. Esta no es la situación. Sin embargo, creo que es completamente razonable suponer y tener la esperanza de que se instituya un programa de deportación temprana en vista de las circunstancias económicas nefastas que encaramos. Pero, como señaló un preso en una de las instituciones federales, las personas que tienen intereses creados para mantener llenas las cárceles pondrán mucha presión sobre los congresistas para que no pongan el programa en funcionamiento. Estas personas son aquellas cuyo sustento depende de un sistema penal próspero y adinerado. No obstante, se espera que las circunstancias económicas sean lo suficientemente austeras para que el Congreso vea la sabiduría y los ahorros de reducir la población en las prisiones.
Espero que esto aclare las cosas.