La credibilidad de un Testigo

Una causa fue recientemente enviada desde el tribunal de apelaciones del segundo distrito en la cual la decisión reiteraba la regla que ya lleva tiempo de establecida: la credibilidad de los testigos queda en manos del jurado. El tribunal no puede juzgar la credibilidad, y el acusado no puede apelar la su fallo condenatorio basándose en que un informante puede que haya estado mintiendo o exagerando. Un acusado no puede morder dos veces la manzana de la credibilidad. Si un jurado cree a un informante que puede que haya mentido sobre las circunstancias del delito, ese es el fin de la cuestión. Pero no es fácil engañar a los jurados.

En la causa U.S. v. Coté, el juez de distrito decidió que el testimonio de varios testigos había exagerado grandemente el delito en cuestión. Como resultado, el juez de distrito dijo que “no estaba satisfecho de que los medios de prueba competentes, satisfactorios y suficientes que constaban en el acta apoyaban la determinación del jurado de culpable más allá de una duda razonable”. El tribunal siguió diciendo: “el testimonio fue patentemente increíble” y que había una “verdadera preocupación de que se pudiera haber culpado a una persona inocente”.

Sin embargo, el tribunal de apelaciones del segundo circuito no estuvo de acuerdo y determinó que “el jurado tenía derecho a rechazar lo extremo del testimonio y concluir que la verdad yacía en algún punto intermedio. El tribunal continuó y dijo: “ningún testimonio en esta causa fue increíble en cuanto se refiere a una cuestión de la ley. Más bien, las diferencias en testimonio presentaron una cuestión de credibilidad para el jurado”.

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