Los La Debacle de Clemens

Para aquellos de ustedes que son norteamericanos o que viven en los Estados Unidos, la debacle de Clemens es bien conocida. Tiene que ver con un famoso jugador de pelota que fue acusado de usar esteroides. La acusación fue hecha por un informante, “un individuo colaborador” como el gobierno los llama. El individuo colaborador fue arrestado por distribución de esteroides y le suministró al gobierno los nombres de jugadores de pelota a quienes les había suministrado esteroides. Uno de los jugadores nombrados fue Roger Clemens, quizás el jugador de pelota más famoso. Mientras que otros jugadores nombrados por el informante admitieron que ellos en efecto habían usado esteroides, confirmando de ese modo las alegaciones del informante, Clemens negó la acusación y luchó hasta el fin.

Fue ante el Congreso y profesó su inocencia. La opinión de la mayoría fue que no dijo la verdad. Lo que es interesante es que él no fue “culpado” por el informante, sino más bien por otro lanzador cuya reputación era impecable.

No importa cuán veraz fuera el soplón, Clemens no iba ser culpado sobre la base de su testimonio. Un soplón será considerado en desacato sin que importe cuán veraz fuere ni cuán convincente su testimonio resultare. En este caso, el informante le suministró al gobierno los nombres de tres jugadores, y dos de ellos admitieron haber usado esteroides. ¿Por qué mentiría el soplón sobre Clemens? ¿Cuál sería su motivo? Pero, de todos modos, es un soplón, y ni los congresistas ni el público culparían a Clemens basándose solamente en el testimonio de un soplón.

Lo mismo es cierto en un juicio. No se atemorice usted del testimonio — por sí solo — de un soplón. Si es realmente la palabra suya en contra de la de él o ella, le va a ir bien. Es la evidencia confirmadora o el testimonio de las personas que no tienen motivo para mentir lo que le culpará.

Los jurados desprecian a los soplones, y aun aquellos que no los desdeñan, todavía le prestarían una cuidadosa atención al asunto antes de privar a un hombre de su libertad, basándose solamente en el testimonio de un soplón. Por eso los fiscales siempre buscan testimonio que lo corrobore, y con frecuencia no prosiguen si no lo tienen. Ahora bien, si hay más de un soplón, eso perjudica, pero no es determinante. Los abogados piensan que tienen que recordarles a los jurados que los soplones tienen un motivo para mentir. No lo tienen. Use su sentido común cuando decida si va a declarase culpable o ir a juicio. Así no quedará decepcionado.

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