No es lo que usted diga. Es lo que otros digan sobre usted.

El testimonio de oídas es un medio de prueba dado por aquellos que relatan, no lo que ellos mismos saben, sino lo que han oído de otros. Por lo general, el testimonio de oídas no se acepta como prueba en los tribunales federales ni en los estatales. Sin embargo, una excepción es que el testimonio de oídas puede ser usado en causas de conspiración, conocidas también como concierto para delinquir, si las personas que hablan son, además, cómplices conspiradores. El escándalo reciente que implicó al Gobernador Spitzer de Nueva York, en el cual él fue identificado como un cliente de un servicio costoso de prostitución, ilustra el problema envuelto en las causas de conspiración.

La causa contra Spitzer comenzó debido a que se notó una “actividad sospechosa” en sus operaciones bancarias. Se lanzó una investigación federal con el fin de determinar si Spitzer estaba ocultando sobornos, pero – sorprendentemente – una interceptación identificó posteriormente a Spitzer como un cliente de una red de prostitución. Debido a la interceptación, se grabaron también conversaciones entre una prostituta y su madame, en las cuales ellas hablaban del pedido del Gobernador de tener sexo sin protección con la prostituta. De modo que ahora, debido a conversaciones de una tercera parte, no solamente sabe la esposa del Gobernador que él dormía con prostitutas, sino que él quería tener relaciones sexuales sin protección. A pesar del hecho de que tal conversación es testimonio de oídas, en el juicio, esa información puede ser aceptada como prueba debido a que la conversación tuvo lugar entre cómplices conspiradores.

En las causas que tienen que ver con narcóticos o lavado de dinero, un teléfono muy bien pudiera ser un arma de mano. De igual modo le puede perjudicar terriblemente. No es lo que usted diga sino lo que otros digan sobre usted.

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